Adolfo Suárez
- fierrogestion
- 26 mar 2014
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En estos momentos en los que tantos y tantos hablan de sus vivencias con él - incluso muchos que en otras épocas le han denostado- me vienen a la memoria los momentos que me unieron a él, en alguna medida.
Llevaba tiempo fuera del país, cuando regresé a Madrid coincidiendo con las primeras elecciones democráticas y me sorprendieron las calles inundadas de propaganda electoral, sus paredes tapizadas materialmente de siglas antes inimaginables, como la hoz y el martillo del PC o la rosa en el puño socialista...
-No veo ninguna mención a Suarez y según la prensa internacional, tenía entendido que se presentaba dispuesto a ganar -le comenté a un amigo, entonces muy bien relacionado, quien aseguró
- Verás mañana, a dos días de las elecciones, amanecerá todo Madrid cubierto con su imagen.
Así fue, su rostro se anteponía a todas las siglas. Lo vi y meses después lo pinté.
Cuando, mas tarde le mostré la obra terminada, se alarmó:
-Facundo, los artistas no se deben meter en política, pues aquí se muestran muchas interpretaciones.
-Yo solo he pintado la impresión que me causó lo que vi.
"Madrid 15 de Junio".
Ese mismo año la acuarela se presentó en una colectiva en el Circulo de Bellas Artes de Tenerife y el Capitán General de Canarias la mandó retirar bajo la amenaza de clausura. Pasaron unos meses y una foto del cuadro llegó a las manos de Adolfo Suárez y entonces envió a dos personas de su entorno, amigas mías, junto con Luís María Ansón a visitarme, para adquirir el cuadro en su nombre, ya que quería colgarlo en la Moncloa.
Ante mi reticencia, alegando entre otras excusas, que el cuadro no era mío, me insistieron en repetidas visitas, ofreciéndome formar parte de su círculo privado, como artista... Incluso Ansón insinuaba que mi estudio era un espacio interesante para sus encuentros donde liberarse del estrés político... Finalmente el cuadro se le entregó.
Y desaparecí de Madrid durante unos meses, tras mirarnos largamente Rosi y yo en silencio. Cuando volvimos, nuestro teléfono había dejado de inquietarnos.
Un año más tarde, en Canarias ocurrió una anécdota que me contó uno de los asistentes a la misma:
En ocasión de un viaje a las islas del presidente Suárez, en una comida privada, el anfitrión mostrando su casa, dijo:
-Aquí, vean uno de los mejores personajes isleños característicos del pintor canario Facundo Fierro. A lo que repuso el alcalde Manuel Hermoso:
-El mejor cuadro de Facundo Fierro lo tengo yo.
-Disculpa Manolo, el mejor personaje de Facundo Fierro lo tengo yo. -alegó el presidente del Cabido grancanario Lorenzo Olarte.
-Pues me van a disculpar señores, pero el mejor Facundo Fierro lo tengo yo -dijo entre risas ante los sorprendidos comensales, el Presidente del Gobierno- puedo prometer y prometo, ¡Ja, Ja!
Le conocimos personalmente en el Club Siglo XXI de Madrid y, luego de saludarlo, sin identificarnos, recuerdo que le comenté a Rosi:
-Si yo fuera mujer como tú, me hubiera enamorado de ese hombre. Y ella me contestó riendo, -Yo también.
Y lo hubiera comprendido, tal era su encanto personal.
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