Sentir el Volcán
- fierrogestion
- 8 jun 2012
- 2 Min. de lectura
Como ejemplo, traigo aquí una experiencia vivida hace unos meses, iniciada al recibir la primera noticia de una erupción volcánica en la isla canaria de El Hierro y que aún no ha sido mostrada ni dada a conocer. La obra trasciende la tragedia para cantar la llegada de una nueva vida hacia un esperanzador futuro:
SENTIR EL VOLCÁN.
La actualidad irrumpe en la isla de El Hierro con la erupción submarina y desde el primer momento, entré también en erupción. De los noticiarios, impaciente, pasaba a mi estudio, y entre pinceladas y bocetos me encuentro con trabajos inacabados hace 25 años, cuando viví un tiempo inmerso en las aguas del Mar de Las Calmas. Entre ellos, descubro un tema de grandes proporciones para tratarse de una aguada, que nos sitúa bajo el agua junto a unos rompientes. Y deseo volver a sentir ese mar intenso que entonces recorrí bajo el agua a la búsqueda de una Atlántida sumergida...
Sorprendido, veo que ahí estaba reflejada una intuición que hoy se somete a la realidad. Y me empeño ahora en completarlo con la seguridad de que surgirá también en mí el volcán esperado, tantos años en letargo.
Y ahora sé, estoy convencido, que lo entonces imaginado se hará realidad y mientras espero la erupción allá en mi isla herreña, aquí en mi estudio madrileño, vomito destellos rojos, llamaradas luminosas, vapores azufrados, que doran las superficies de burbujas transparentes sobre nuevos espacios vírgenes.
Y con mis expresiones de hoy reinvento las visiones antaño intuidas en el “Poema del Volcán”, en un diálogo conmigo mismo a través del tiempo.
En el primero de ellos, veo ascender y descender lentamente, como asentándose, las primeras emanaciones, concretándose en volúmenes vivos antes de perderse de nuevo en las profundidades. En un volumen anexo y en relieve, “Destello” muestra gases y vapores hirvientes en formas etéreas que se escapan y diluyen en las hirvientes aguas.
En el segundo, veo emerger desde el fondo una forma de vida aún en suspensión, envuelta en torbellinos de gases inflamados y magma. En un espacio líquido de intenso azul, halos de azufre amarillo ascienden precediendo a las formas más densas de la masa naciente, en torbellinos de todos los rojos posibles, violetas y negros basálticos.
Y en medio, surge la nueva vida.
Y sigo en plena erupción, sentir el volcán es posible para mí y esté donde esté, seré volcán, pues nací en él.
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